Allí están las flores y Heliograbado desde su locura, desde su anarquía, no deja de arrojarlas sobre sus invitados, que bailan felices ante esa eclosión de belleza. Vino, sexo, música y esta lluvia de de pétalos de rosas que no cesa y que hace que primero resbalemos, que más tarde empieza a dificultar nuestros pasos en la danza, esta lluvia sin fin que ya cubre parte de nuestro cuerpo y que nos deja atrapados, casi inmóviles, esta lluvia que ya nos llega a la boca y que finalmente no nos deja respirar, hasta que acabamos sucumbiendo en ella. Es la anarquía, madre del caos que rige el universo, pero también es su imposibilidad ante un mundo regido por cualquier norma o razón.